A 200 kilómetros de El Calafate hay un lugar que va ocupando cada vez más el conocimiento, el imaginario y las retinas de los viajeros. Ese lugar se llama El Chaltén.
El Fitz Roy, una montaña icónica de más de 3 mil metros de altura, dominada por picos y paredes que desafían la gravedad, lo domina todo. No hay ángulo, no hay vista, ya sea desde la ruta, reflejado sobre el lago Viedma a lo lejos o desde el centro del pueblo, que no tenga una referencia a él. Este pueblo es considerado *La Capital Nacional del Trekking” y podemos dar fe de eso. A diferencia de otros destinos patagónicos desde aquí uno no necesita movilidad más allá de sus propias piernas porque solo con salir del Hotel, del Hostel o de la cabaña los senderos, los destinos y las experiencias se abren en un abanico increíble a minutos de distancia, Hay senderos muy simples con recorridos cortos y simples, hay experiencias como la “vuelta al hielo” que llevan 4 días de caminata por glaciares.
El paisaje es inagotable y las opciones casi tantas como uno imagine pero considero que para sacarle provecho verdadero al lugar hay que contar con un guía que nos lleve a esos lugares que queremos ir (aun sin saberlo conscientemente) ahorrando tiempo, escuchando historias, entendiendo lo que vemos y lo que caminamos aparte de saber que contamos con un “seguro” en nuestra aventura. En nuestro caso nos dimos el lujo de que Lucas Rubiolo y Valeria Abruzzo dejaran por dos días sus tareas y se dedicaran a mostrarnos la magia y la belleza con la que conviven hace años y a la que, es válidodecirlo, disfrutan “convidándola” a todos los viajeros que llegan aquí.
Loma del qué?
El primer día lo comenzamos a eso de las 3 de la tarde, salimos desde el Parque Nacional Los Glaciares a la entrada del pueblo y comenzamos una caminata que nos hizo pasar por tantos paisajes distintos que no podrías creerlo, primero arroyos y piedras enormes con un sendero que casacabelea caprichoso, después un bosque intenso y frondoso, una sabana de pastos altos con el omnipresente Fitz Roy de fondo, un bosque más seco y raleado, siempre en subida, siempre buscando el objetivo. A medida que ascendíamos el clima iba cambiando (En la Patagonia tenestodos los climas en un solo día, esta frase la escuche tantas veces en esa semana…) Finalmente cuando ya caia la tarde llegamos a una planicie enorme dominada por las piedras de miles de tamaños, un paisaje árido, enmarcado por picos enormes y un viento incansable. Avanzamos lo que nos quedaba bajo el frio intenso hasta llegar al mirador desde donde pudimos maravillarnos con los valles del Cerro Fitz Roy y Torre, la estepa patagónica y el gigantesco Lago Viedma. Ya con el peso de la noche amenazando y el ritmo de esos 9kilómetros andados desde los 450 metros de EL Chalten hasta los 1100 metros de la Loma emprendimos el regreso, aunque tres “valientes” incluyendo a Lucas, el guía, siguieron camino a la cima del pliegue lo que implica unos 280 metros de ascenso más (eso en altura, no en recorrido). Llegamos al inicio del recorrido después de 6 horas y 18 kilómetros, con la noche cerrada pero un manto increíble de estrellas en el cielo como si fuera una invasión de luciérnagas estáticas.
Hoy vamos cerca
EL segundo día comenzó tranquilo en una caminata al Salto de El Chorrillo, una hermosa cascada, que en invierno llega a congelarse, metida en un pequeño bosque y maravillando apenas lejos de nuestro hotel. Como era temprano y estábamos aptos Lucas nos dio la idea de ir hasta el mirador del Glaciar Piedras Blancas con la excusa de que era un paseo corto. Empezamos la caminata en la un lugar próximo a la Hosteria El Pilar, doblando a la izquierda en la ruta 23 despues de recorrer un buen trecho de ripio. En esta caminata que va bordeando el rio blanco el paisaje es igual de interesante y paradisiaco. Vas subiendo por bosques enormes donde los pajaros carpinteros producen ecos que inundan el aire, asomándote en balcones sobre el rio, siempre mirando al Fitz Roy. Cuando llegamos al Mirador tomamos un descanso y millones de fotos. De ahí Lucas nos propuso otra “caminata cortita” hasta Poincenot, como siempre, aceptamos y seguimos caminando. Ahora el paisaje había cambiado, mas plano, mas húmedo quizás, pero siempre hermoso. Nos adentramos en terrenos increíblemente erosionados por los efectos del agua, caminamos por senderos estrechos, por sobre puentes pequeñísimos, para llegar a un nuevo mirador. Perfecto, hermoso y pudimos contemplar todos los picos que decoran el telon de fondo de El Chalten. La tierra del trekking, la tierra de la belleza hecha paisaje.